- En el marco de esta ley, las mujeres a partir de los 13 años podrán abortar sin el consentimiento de sus padres y sin ninguna restricción o excepción. Se necesitará únicamente la voluntad de hacerlo.
Esta decisión fue celebrada por muchos colectivos feministas que con lágrimas y euforia celebraron lo que para ellas es la “libertad” de elegir. Ante un escenario como este, lo único que puedo sentir es tristeza y decepción por un mundo que cada día se degrada más. Vivimos en una sociedad que ha relativizado todo y para la que el derecho fundamental de la vida, ya no es comprendido desde la objetividad, justicia o desde los principios morales universales inherentes al ser humano, sino que lo hemos sometido a pender de un hilo endeble y ambivalente como lo es la voluntad humana.
La aprobación de esta ley en Argentina solo es la materialización de nuestra conciencia, que denota algo mucho más profundo de nuestra actual condición.
- No es solo la aprobación del aborto, es un sinnúmero de exigencias que una gran parte de la sociedad y el mundo clama a sus gobiernos y dirigentes. Queremos tener el completo control de todo lo que sucede, queremos conciencias silenciadas que en un falso marco de “legalidad” nos permitan hacer todo lo que deseemos siempre y cuando nos produzca placer y tranquilidad; sentimientos efímeros que prometen una engañosa paz a cambio del sacrificio de nuestra propia esencia y en este caso, a cambio del sacrificio de vidas en el vientre.
Nuestras conciencias están muertas a tal punto que nos enardece más que talen un árbol o abandonen una mascota (no apruebo estos comportamientos) que el asesinato de niños inocentes que sin importar las circunstancias en que fueron concebidos, tienen el derecho de nacer y cumplir su propósito de vida.
Si en todos los aspectos de nuestra existencia tuviéramos una lógica pro-abortista de seguro no habría una sola persona en la tierra: si no me gusta que mi mamá invada mi espacio ¿eso me daría el permiso para asesinarla? Y si la música de mi vecino altera mi tranquilidad ¿eso me daría el permiso de matarlo?.
- La vida de los demás no puede ser interrumpida por alguien que considera que esa existencia le cambia sus planes. Es verdad que las circunstancias en las que muchos son concebidos no son fáciles y en ocasiones están llenas de dolor, abuso, angustia... pero ¿por qué tendría que alguien inocente pagar por el error de un ser humano o por el daño que un tercero causó ? ¿por qué la vida de un hijo debe ser negociada y vendida por sus propios padres? La respuesta es que hemos asesinado a nuestra conciencia y por ende, encontrado soluciones equívocas a los males de nuestra sociedad. Hemos sido engañados por una falsa libertad que contrario a lo que pensamos, cada día nos mantiene más esclavizados.
Vivimos engañados por la falsa idea de creer que podemos controlarlo todo y evitarnos sufrimientos y preocupaciones con simplemente deshacernos de lo que, creemos, nos estorba. Muchas mujeres han sido inhibidas por estas ideologías que promueven el desprendimiento de la moral y el aparente disfrute de una vida plena y sin restricciones; mujeres que bajo ese gran engaño decidieron decirle “NO” a la vida de sus hijos y que hoy, lamentan con profundo dolor esa decisión que terminó por arruinar su propia existencia.
Felipe Morera Montiel
felipe.moreramontiel@gmail.com
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